¡Que calor hizo ese verano! Yo sin embargo, estaba con mi familia en la sierra donde por la noche incluso dormíamos tapados. Tenía catorce años y Manu dos años más que yo. Pasamos ese verano correteando uno detrás del otro por el borde de la piscina, mirándonos desde lejos y esquivándonos cuando la situación ya daba mucha vergüenza. Nos conocíamos de vista del año anterior, algunos amigos comunes, pero nunca habíamos cruzado una palabra hasta entonces. Aun así, ningún diálogo entre los dos tenía una duración superior a dos frases. Como suele pasar en estos casos, no fue hasta el final de mis vacaciones en el pueblo cuando se produjo un acercamiento. Se acababa el tiempo, nos gustábamos y lo sabíamos los dos. Así, los juegos, las bobadas y el buscar cualquier pretexto para acercarnos se convirtieron en el objetivo diario. ¡Qué bonita aquella edad y qué ajena vivía yo a todo, incluso a si hacia frío o calor!
Por fin una tarde, mientras cumplíamos con nuestra única obligación diaria, estar de cuatro a ocho de la tarde en la piscina municipal, se produjo lo que llevaba deseando todo el verano. Sin estar planeado, pero acuciados por mi inminente marcha del pueblo, abandonamos cada uno la respectiva partida de cartas con la pandilla y nos zambullimos en el agua a la vez. Nos quedamos allí, pegados al borde de la piscina, uno al lado del otro, sin decirnos nada, un poco agazapados intentando no ser vistos por los demás. Estábamos callados y sin embargo, la tensión hablaba más fuerte que cualquier cosa que hubiésemos podido haber dicho. Manu se acercó un poco más. Yo respondí a su gesto de la misma manera y cada centímetro que ganábamos al aproximarnos al otro multiplicaba el nerviosismo.
Envalentonado, me cogió la mano con la que me sujetaba al bordillo, me miró y tiró de mí. Nos sumergimos. Entonces, bajo el agua, haciendo esfuerzos para que los cuerpos no subieran solos a la superficie y mientras los ojos se miraban muy abiertos, nos besamos. La emoción y el estallido hormonal que viví en ese instante no son comparables con nada, por muy intensas o eróticas que hayan sido otras experiencias de mi vida. Sencillamente era la primera vez que deseaba a alguien y la primera que éste me besó. ¡Qué calor hizo ese verano! Incluso bajo el agua.
Lo he vivido conforme lo iba leyendo , por describir tan de cerca todo. Me encanta
ResponderEliminar¡Qué bien! Me alegro de que te guste. ¡Gracias por leerme!
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